Tras dos años de pandemia con numerosas restricciones, este verano los españoles salen en tromba a disfrutar de un verano como los de antes.
Las reservas de hoteles para este verano ya superan las cifras de 2019, los aviones se encuentran repletos de viajeros deseosos de llegar a sus destinos para disfrutar de sus ansiadas vacaciones, Renfe bate récord de viajeros y el gasto de los turistas se encuentra en máximos.
España vive un verano récord, un boom que también se hace presente en otros mercados como el de la vivienda, y será el combustible el que hará avanzar más rápido la economía española que otros vecinos europeos.
Casas de análisis como BBVA Research pronostican para el segundo trimestre del año una subida del 0,8%, por encima del 0,2% vivido entre enero y marzo.
Ni la inflación, ni la subida de tipos parece arruinar las ganas de verano de los españoles; sin embargo, se espera un invierno complicado en cuanto a economía se refiere.
Este aumento del gasto tiene que ver con la incertidumbre por la guerra en Ucrania, con la inflación y con el jarro de agua fría que está a punto de lanzar el BCE para frenarla.
La situación todavía podría ponerse más fea si el conflicto en Ucrania se recrudece o si Rusia opta por cortar el suministro de energía. «Si acaba la guerra, el escenario cambia totalmente, y lo mismo si terminan los confinamientos que hay en China contra nuevas olas de COVID-19», vaticina Jesús Ruiz-Huerta, director del Laboratorio de Fundación Alternativas.
Orígenes de la inflación
Tras dos años de restricciones, 2021 arrancaba como el año de la recuperación; sin embargo, en cuestión de unos pocos meses el panorama empezó a truncarse y, desde entonces no ha dejado de empeorar.
Comenzaron los problemas de suministros derivados de los parones de producción llevados a cabo en fábricas del mundo; China, para hacer frente a nuevas olas del virus. Esto coincidió con el momento en el que los ciudadanos salieron en tromba a consumir, provocando que hubiera menos oferta que demanda, por lo que los precios comenzaron a subir, principalmente los precios de las materias primas y la energía.
Mientras tanto, el paquete de medidas fiscales lanzado por gobiernos de todo el mundo para hacer frente a la crisis provocada por la COVID-19 iba recalentando la economía.
En España, la inflación ya se había disparado un 6,5% en diciembre; un aumento de precios insólito desde los años 80.
Pero, ¿Cómo parar la inflación? Es misión del Banco Central Europeo mantener la estabilidad de precios en la zona euro. Tocaba tirar de la receta clásica: subir tipos de interés.
Pero ponerse firmes justo cuando las economías empezaban a levantar cabeza podría suponer frenar en seco el consumo y la inversión y acabar truncando la ansiada recuperación. Esto mantuvo al BCE con las manos atadas… Hasta que estalló la guerra en Ucrania.
La invasión rusa de Ucrania ha echado más leña a unas economías ya inflamadas por la inflación, lo que ha llevado los precios a superar el doble dígito en España: en junio, la inflación se disparó un 10,2%, abriendo un agujero en el poder adquisitivo de los hogares, ya mermado durante meses.
Así, por mucho que el verano sea récord, todo apunta a una ralentización de la actividad. «Vamos a empezar a notar una contención del gasto mucho mayor a partir del final de verano. Los hogares se apretarán más el cinturón y no gastarán tanto, porque ya están gastando ahora por el deseo reprimido durante 2 años de salir sin ataduras», avisa Romero.
Esto desembocará, también, en una moderación de la creación de empleo, que hasta ahora crecía a un ritmo vertiginoso.
Subida en los tipos de interés
Como respuesta a la desmesurada inflación y para evitar que la economía caiga en una peligrosa espiral de precios, en estanflación e incluso en recesión, la Reserva Federal, en EEUU, como el BCE, en Europa, han anunciado subidas de tipos de interés. De este modo se pretende encarrilar la inflación antes de que fuera demasiado tarde, a costa de frenar el crecimiento económico.
Un aterrizaje suave
Según Boscá, la clave estará en efectuar un aterrizaje suave. La inflación está por las nubes, y la misión de los bancos centrales, es bajarla a tierra y llegar a su objetivo de estabilidad de precios, que en el caso del BCE está en un 2% de inflación.
En cuanto la respuesta de la Fed y del BCE hagan su efecto la economía podría moderarse, y conseguir encarrilar la inflación. Aunque si se pasan de frenada, las economías estarían al borde de una recesión.
En Europa, si la inflación sigue por las nubes, el BCE ya ha avanzado que la subida de tipos prevista para septiembre podría ser todavía mayor. «Es muy difícil pensar que con estas subidas de tipos, con esta inflación y con economías afectadas por la escalada energética no vayamos a algo parecido a una estanflación», explica Boscá. Todo depende, continúa, de lo que ocurra en los mercados energéticos: «que esto sea sólo un mal sueño que dure algunos trimestres o que se incruste y lleve a una contracción».
«Lo que queremos es un aterrizaje suave. Que la subida de tipos no dañe demasiado la actividad y que vayan desapareciendo las causas que tensan la inflación. Pero es complicado», lamenta Boscá.
Miles de euros de los fondos europeos
Si algo puede salvar a España en el cuarto trimestre es la lluvia de miles de euros de los fondos europeos.
Aunque la demanda se vea reducida en invierno, hay diversos factores que podrían sustituirla.
España, incluso, va a recibir más dinero del esperado. La Comisión Europea adelantó que la economía española recibiría un aumento significativo en la partida de ayudas directas asignadas, al haberse visto más golpeada por la crisis.
Pero no será un camino de rosas. Una vez recibido el dinero, hace falta saber cómo gastarlo, y aquí es donde España lleva las de perder. La economía española es históricamente uno de los países con peores resultados a la hora de ejecutar las ayudas europeas. Ello sin contar con que, para seguir recibiendo el dinero que queda por desembolsar, España deberá ir cumpliendo con los hitos marcados por Bruselas, con algunas de las reformas más complicadas, como asegurar la sostenibilidad del sistema de pensiones con el Mecanismo de Equidad Intergeneracional.
Aún así, Romero confía en que, aunque se malgastara el dinero de los fondos, tendrá un impacto positivo en el cuadro macroeconómico: «va a llover tantísimo dinero que seremos muy tontos si no lo gastamos. Sería poco inteligente no aprovechar esta oportunidad que se nos brinda».
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